
DIA 8: Godafoss – Aldeyjarfoss – Akureyri – Granja Glaumbaer – Osar
En nuestra ruta de hoy por el norte de Islandia, nos esperaba una de las mejores cascadas y sin duda una de las paradas imprescindibles del viaje, Godafoss. Además de una de las ciudades más grandes de la isla, Akureyri. Pero antes que nada nos dirigimos hacia la laguna de Myvatn para subir a la montaña Vindbelgjarfjall.
Era una pena el día con el que amanecimos, totalmente nublado y con mucha niebla. Cuando llegamos arriba no pudimos ver absolutamente nada. No te olvides de ir con alguna braga si no quieres comerte alguna mosca. Son famosas las moscas enanas de Myvatn en esta zona y hay muchas, ¡pero muchas de verdad!
Si quieres disfrutar de una vista diferente de la laguna se puede ver desde el volcán Hverfjall. Nosotros estábamos ansiosos por ver Godafoss y como el día no acompañaba, nos saltamos esa parada.
Godafoss, la cascada de los dioses
Siguiendo la Ring Road de nuevo llegamos hasta el desvío de la 844 hacia Godafoss. La cascada se puede ver desde los dos lados del río. Hay un parking en la carretera 844 y otro parking al otro lado del rio.
Con 12 metros de altura por 30 de ancho, Godafoss es conocida como la cascada de los dioses. Según recogen las sagas islandesas, en el año 1000 d.c. cuando el paganismo se desterró de Islandia, el rey del momento lanzó al agua todos los dioses paganos. De ahí su nombre.

Seguimos nuestro viaje tras 40 laaargos kilómetros por la 842 que luego se convierte en la F26. Se trata de una carretera horrible llena de baches y charcos como ríos, ¡normal que se convierta en una F! Por fin llegamos a Aldeyjarfoss.
No es la cascada más famosa de Islandia, pero puede ser una de las más impactantes por el entorno en el que se encuentra y la forma que el río le ha dado al salto de la cascada. Además, sus columnas hexagonales de basalto y la fuerza del agua, nos dejó con la boca abierta a pesar del frío y la lluvia. Tiene unos 20 metros de altura y sin duda, si tienes tiempo y estás por la zona, es una de nuestras visitas recomendadas.

Breve parada en Akureyri
Era el momento de volver a tener contacto con la civilización. Llegamos a la romántica Akureyri. Y te preguntarás, ¿por qué romántica? Lo descubrirás al ver sus semáforos. La capital del norte, segunda ciudad de Islandia con, ni más ni menos, que 18.000 habitantes. Aquí puedes encontrar bares y te animamos a pasear para conocer la vida local.
No nos detuvimos mucho tiempo, la ruta era una de las más largas del viaje y nos quedaban varios kilómetros hasta la siguiente parada.
Glaumbaer, una granja vikinga
Glaumbaer, una granja que merece la pena ver para conocer cómo vivían en el siglo XIX con las típicas casas bajo tierra con el techo de turba. Las cabañas se han convertido en museo y para entrar hay que pagar una entrada de unos 10€.

A pocos minutos merece la pena parar un momento para visitar la iglesia Vídimýri también del siglo XIX. Para entrar dentro de la iglesia es necesario comprar otra entrada, de unos 6€.
Si tenéis pensado visitar la granja y la iglesia, se puede comprar una entrada conjunta por unos 12€.
En este punto del viaje tienes la opción de disfrutar de una de las escasas aguas termales al norte de la isla en Hofsós, al norte de la Ring Road. Nosotros fuimos decididos, pero de nuevo el cambiante clima islandés nos quitó la idea de la cabeza.
De nuevo el frío y la lluvia. A pesar de la invitación de unas valientes islandesas que no parecían sentir el frío, no tuvimos valor para bañarnos.
Avistamiento de focas, el regalo del día
Dormíamos en el Hi hostel Ósar. Habíamos elegido este lugar por ser uno de los mejores lugares para ver leones marinos y focas.
Era tarde, pero cuando dejó de llover pudimos ver la playa a lo lejos y aprovechando que no se ponía el sol, bajamos hasta la orilla de la playa. Cuál fue nuestra sorpresa cuando vimos en el mar dos cabecitas que se asomaban a pocos metros de nosotros. Son unos animales super curiosos que intentaban cotillear quiénes eran estos que molestaban. Había unas cuantas focas más tumbadas perezosamente en la orilla, pero nada comparado con lo que nos encontramos a la mañana siguiente.
